lunes, 25 de mayo de 2009

Flor Cogley L.

Retrospectiva de una década en Panamá

Cualquiera puede ser víctima

Flor Cogley L.
El Panamá América

Muchos crímenes se han cometido en Panamá han asombrado a la comunidad nacional, cualquiera puede ser víctima, no importa la edad, sexo, ni condición social. Una página se hizo corta para mencionar algunos de estos casos, así que continuamos en esta con los asesinatos más "sobresalientes" acaecidos en los últimos 10 años.

MUERTO ANTE TESTIGOS

El 22 de abril de 1995, ante la mirada atónita de personas que se encontraban en el Club Ecuestre de Clayton, fue ultimado de nueve disparos con una arma nueve milímetros el empresario Sofronio Hernández.

Reportes de prensa de Colombia vincularon a Hernández con el tráfico de armas destinado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Mientras que el autodenominado Comité Panameño Justicia y Libertad (CPJL) responsabilizó a militares colombianos de haber planificado y perpetrado este crimen.

Por este homicidio fue culpado el colombiano Maximiliano Casas Sánchez, quien fue condenado a 20 años por el asesinato de Juan Francisco Molina.

Testigos presenciales del crimen reconocieron a Casas Sánchez. De acuerdo a las investigaciones, el presunto homicida habría sido contratado en Colombia para ejecutar la operación contra Sofronio Hernández, junto con otras tres personas, una de las cuales es de origen panameño.

DESCUARTIZAN A JOVEN

Uno de los crímenes más horrorosos que se han cometido en Panamá, es indudablemente el perpetrado contra Amparo Morales Martínez, a quien su novio Carlos Manuel Fuentes Ortega le propinó tres puñaladas en el tórax y luego la estranguló.

En este hecho, cometido el 20 de septiembre de 1995, en el apartamento No.14 del edificio Tuira, en Tumba Muerto, donde vivía Fuentes con sus padres, también participó Severino Valdés Tenorio, de 23 años, quien ayudó a Carlos a descuartizar y salcochar a la joven Amparo.

El cuerpo de Morales es sacado del departamento al día siguiente, cuando los asesinos contratan al taxista Roni Aparicio para que los trasladara a La Locería, donde depositan el cadáver en unos tinacos.

Los restos de la joven, menos su cabeza, fueron descubiertos en el vertedero de Cerro Patacón.

Entre los posibles móviles se mencionaron: que la muerte fue producto de los celos; que fue cometido por narcotraficantes que reclamaban el pago de varios kilos de cocaína, o que fue motivado por la transmisión de una mortal enfermedad por parte de la víctima a Fuentes.

En medio de las investigaciones surgió la existencia de una cuenta bancaria por B/.30 mil, que poseía Amparo Morales. También se menciona que Fuentes estaba sumamente molesto porque Morales presuntamente había ingresado a trabajar en una sala de masajes y mantenía un romance con un ingeniero.

Los psicólogos que atendieron a Fuentes y Valdés, dijeron que éstos no presentaban trastornos mentales ni demostraron temor ni remordimiento.

Entre las causas de la muerte se mencionaron el desangramiento a causa de dos heridas y la fractura de varias vértebras cervicales.

Durante el juicio que se inició el 17 de junio de 1997, se dijo que el desmembramiento del cuerpo de Amparo en seis partes se produjo post mortem y que no existían evidencias científicas de que su cadáver fuera sumergido en agua hirviente.

El 21 de junio, Fuentes y Valdés, denominados "los descuartizadores de la Tumba Muerto", fueron encontrados culpables del crimen.

ASESINAN A OTRO EMPRESARIO

El constructor del Hospital San Miguel Arcángel de San Miguelito, Scott John Barton fue ultimado de tres tiros, en su auto, en octubre de 1995.

Según las investigaciones, el carro del ingeniero canadiense fue interceptado en los estacionamientos del edificio Marfil, en la Urbanización Obarrio, por una camioneta 4x4, color blanco.

Barton recibió un disparo en el brazo que le salió a la altura del cuello, uno en el pecho, otro se le introdujo a la altura de las costillas, mientras que el último disparo no dio en el blanco.

Funcionarios ligados a las investigaciones informaron que el empresario que realizaba en el país obras por los 20 millones de dólares era seguido por sus criminales, y una hora antes había sido requerido en su residencia, ubicada a dos cuadras de donde fue cometido el asesinato.

El ingeniero de 39 años había protagonizado enfrentamientos con el gobierno nacional que lo acusaba de incumplimiento de contrato. Fuentes ligadas a las investigaciones señalaron en ese momento que el único motivo de rescisión del contrato con la empresa PACAND S.A., era la muerte del propietario de la misma.

OTRO EMPRESARIO MAS

Frank Stuart fue hallado muerto en su vehículo el 26 de enero de 1996 en la Urbanización Industrial Los Angeles. Su cuerpo presentaba 16 puñaladas en la espalda y tres impactos de bala en la parte frontal.

Fuentes forenses aseguraron que el empresario fue víctima de torturas antes de su muerte.

En este caso se involucró a integrantes de la Dirección de Información e Investigación Policial (DIIP), y el aparente móvil fue el secuestro, al que el empresario se resistió.

Versiones policiales dijeron que el dueño de los almacenes Stuart fue seguido por dos autos, en los que viajaban sujetos vestidos con chalecos negros, como los que usan los agentes de la DIIP.

También se determinó que un carro con placa oficial, supuestamente, figuraba entre los autos que siguieron a Stuart.

En este caso se aprehendió al jefe de seguridad de los Casinos Nacionales, José Cisneros, Alfredo Brown, Luis Peña y Juan Rodríguez, por sospechas de estar relacionados en el crimen.

Cisneros negó toda vinculación con los hechos y manifestó que su personal se encontraba colaborando con la "investigación de la

PTJ y la DIIP debido a que un auto de la institución se hallaba en el área donde se cometió el homicidio de Stuart.

LA VICTIMA: UN PROFESOR

También en enero de 1996 un menor de 16 años de edad se ensañó con el profesor de la Universidad de Panamá, Pedro Correa, a quien asesinó de 32 puñaladas.

El móvil del crimen fue el robo, según dijo en esa época el subdirector de la PTJ, Ramiro Jarvis, ya que los victimarios sustrajeron del apartamento de Correa objetos de valor, dinero en efectivo y se llevaron su auto.

De acuerdo a las pesquisas, el profesor de 42 años y que vivía en el apartamento 403 de la Urbanización Jardín Olímpico luchó con su atacante, quien resultó levemente herido en el brazo.

Las detenciones del menor, que conocía al docente, y sus cómplices se dieron en las áreas de Campo Lindbergh, Tocumen y San Felipe, donde se recuperó parte de lo robado.

MASACRE EN COIBA

Uno de los peores casos de asesinatos masivos que se suscitó en Panamá se dio el 28 de enero de 1998, cuando cuatro internos de la isla penitenciaria Coiba, pertenecientes a la banda "Los Perros" fueron decapitados por otros reos integrantes de las bandas "Los Hijos de Dios" y "Los Chuckys".

El único testigo de la matanza es Fermín Arias Rojas, quien reveló en su declaración indagatoria que los cuatro reos asesinados (Rafael Antonio Córdoba, Francisco Javier Villarreal, Walter Murillo Mosquera y Ricardo Powell) no tuvieron oportunidad de defenderse, ya que fueron atacados por 11 "compañeros" con machetes y cuchillos cuando se encontraban en el campamento de Playa Blanca.

En el mes de julio la Fiscalía Especial suspendió la reconstrucción de este hecho en la isla penal de Coiba por falta de seguridad en las instalaciones de ese centro de reclusión.

Una fuente del Ministerio Público señaló en ese momento que era peligroso ir a la isla porque los internos se encontraban armados de machetes y otros instrumentos agrícolas que podrían ser utilizados como armas.

Agregó que las circunstancias de aparente venganza que promovieron la matanza podrían provocar situaciones

de peligro para los sindicados y también para el único testigo de los crímenes.

MADRE MATA A SUS HIJOS

Una noticia invade los medios de comunicación el domingo 5 de abril de 1998, en vísperas de Semana Santa, en la isla de Taboga se encuentran los cuerpos sin vida de los hermanitos Christian Jossue, de cinco años, y Luis Carlos Quijano Morales, de nueve, quienes fueron asesinados por su propia madre Markelis Morales de Quijano.

Markelis, luego del hecho, trató de suicidarse cortándose con una navaja el cuello, las muñecas, brazos y tobillo izquierdo, pero los galenos del Hospital Santo Tomás lograron salvarla.

La mujer, de 34 años, que laboraba en la DIMA y era asesora de una financiera cometió el filicidio supuestamente agobiada por problemas económicos.

En la habitación que alquiló se encontró una nota donde le pedía perdón a Dios, su madre y sus hermanos por el acto que había cometido. Explicaba que la decisión la tomó por los problemas económicos que la agobiaban y que había muchas personas que le debían dinero, en su mayoría compañeros de trabajo.

Según Markelis, quien ahora espera un juicio, sus hijos "era lo único que tenía y por eso decidió llevárselos con ella".

Moradores del área afirmaron que el viernes en la tarde vieron a Markelis meditando sobre una piedra frente al mar, mientras sus hijos jugaban en la playa. Posteriormente fue vista caminando la procesión de la Virgen de Dolores.

Según la autopsia el más pequeño, Christian, luchó por su vida. El menor mostraba signos de haber sido golpeado, ya que sus dientes estaban rotos.

Si la pregunta, ¿la desesperación y la falta de recursos económicos pueden llevar a una madre a matar a sus propios retoños?, estaba en el aire. La interrogante ya fue contestada.

CRIMEN CONTRA MADRE E HIJO

Un bebé de tres semanas de nacido y su madre Gabriela Cedeño, de 27 años, residentes en La Riviera de Pedregal, fueron asesinados por Migdalis Pineda, de 18 años, y Félix Cedeño, ambos detenidos, la noche del 16 de junio de 1998.

La víctima le exigía a Cedeño que le reconociera al bebé y le pagara una pensión alimenticia, a lo que Félix se negaba.

La joven Pineda al ser detenida confesó que ella y su marido (Cedeño) fueron al apartamento de Gabriela "para acabar con el problema".

Los tres escenificaron una fuerte discusión, pero los vecinos no hicieron caso, debido a que con anterioridad Migdalis y Gabriela habían reñido, llegando el caso a la corregiduría de Pedregal.

Félix agredió a golpes a Gabriela y luego la estranguló, en presencia de Migdalis. Después ambos llevaron al infante al Corredor Norte donde lo abandonaron, cerca de una quebrada.

Según la confesión de Migdalis y Félix, el pequeño estaba vivo, por lo que presumen que resbaló y se dio un golpe en la cabeza.

No obstante, un examen de necropsia desmiente esta versión al indicar que el bebé murió por asfixia.

"STRIPPER" ASESINA A EMPRESARIA

El costarricense John Gleen Calvo es el asesino confeso de la vendedora de bienes raíces Dolores Alfaro de Eskildsen.

El 13 de octubre de 1998, Gleen contactó a Eskildsen para presuntamente comprar un dúplex en Altos del Golf y allí aprovechó para atacarla y luego asesinarla.

El homicida en su confesión manifestó que el móvil fue un ataque sexual, pero como la víctima se resistió, la sometió a golpes y luego procedió a "cortarla en la garganta".

En su confesión aceptó mantener procesos pendientes en Costa Rica por delitos de violación, que fueron confirmados por autoridades de la INTERPOL.

Gleen, de 33 años, y quien trabajaba como "stripper" en algunas discotecas, fue arrestado en Carrasquilla por miembros de la PTJ cuando pretendía viajar a San Blas para luego ingresar a Colombia por vía marítima.

La identificación del homicida se dio gracias a dos testigos que lograron identificarlo, por lo que se realizó un retrato hablado. Se fueron descartando sospechosos y sólo quedó Gleen Calvo, quien coincidía con todos los aspectos logrados tras la investigación, como su físico y el auto Tercel rojo que conducía.

Cabe señalar, que al momento de la reconstrucción del homicidio el "stripper" reveló entre sollozos que poseía doble personalidad y no recordaba las circunstancias en que cometió el crimen.

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